El cuaderno de Sara.

El cuaderno de Sara.

Un cuaderno, el diario de un viaje, un viaje que no nos muestra la evolución de la persona que viaja, el cambio del viajero, del héroe.

Belén Rueda se vuelve a acomodar en un registro similar a tantos otros que ha representado últimamente y que, al parecer, son muy del gusto de los productores. Aun espero que estalle en algún papel en el que saque todo su potencial como actriz.

La búsqueda de la hermana desaparecida en África es el centro de la trama, las minas de coltán, la esclavitud del tercer mundo para que el primero consiga sus ansiados gachet, el drama de las masacres, de los niños soldados y la corrupción se pierden en la película como anécdotas para envolver a la protagonista y la búsqueda de aceptación por parte de su familia.

Demasiado pretenciosa en la imagen y los planos preciosistas que no llegan a conmover al espectador. Demasiado beso en la frente a niños congoleños, demasiado primer plano de Belén llorando por algo y haciendo nada.

Quizás lo que quería contar el director Norberto López Amado era más bien las vidas que se cruzan en este viaje y como la mutua compañía de los protagonistas hacen que la historia avance a la par que el viaje. Pero se queda a medio camino entre el drama superficial, no nos hace sentir culpables por lo que pasa, no nos mueve a hacer algo para solucionarlo, y el documental, pero se queda a un medio camino que nos hace sentir la pesadez y, en ciertos momentos, el tedio.

Una especie de “Diamante de sangre” sin denuncia clara y, evidentemente, mucho más modesta.

Si te topas con esta película, y no tienes otra cosa que hacer, puedes pasar un rato, algo largo en momentos, pero solo un rato.